Y una buena vez, oficialistas y macristas tucumanos no aguantaron más y se dieron una plumereada para quitar las telarañas formadas por la parálisis electoral. Los dos principales bloques políticos tuvieron una semana reveladora en la que, por fin, comenzaron a mirarse a las caras tal cual son. O pretenden ser.
En el parque 9 de Julio, Juan Manzur dejó la sonrisa de lado por primera vez y dio el mensaje político más trascendente del semestre. Sin prensa, como para dejar en claro que se trataba de una bajada de línea, y rodeado de alperovichistas incrédulos, el gobernador lanzó un inédito discurso de emancipación política. Porque lo que realmente dijo en ese salón es mucho más contundente que lo que trascendió en un principio. Textualmente, les avisó a los delegados rurales que no irá a “ninguna comuna en la que no esté pintado, desde que entre hasta que salga, Manzur-Jaldo”. Tan fuerte fue el estruendo de esa advertencia en el restaurante que pasó inadvertido que, minutos antes, el vicegobernador haya advertido que no iban a permitir que nadie, “ni de afuera ni de adentro”, les quite lo que tanto les había costado conseguir.
Obviamente, el mensaje de Manzur rápidamente llegó a oídos de José Alperovich. En un principio, entre los desayunadores de la zona del Parque Guillermina minimizaron el impacto de la reunión oficialista. Pero esa despreocupación les duró hasta que escucharon la grabación de todo lo dicho el miércoles en La Rural. Entre jueves y viernes le prepararon al senador un “minuto a minuto” de las frases más fuertes, y se las transmitieron asombrados. El momento de catarsis y de análisis fue el sábado, en el cumpleaños del titular del Ente de Infraestructura Comunitaria, Jorge Alurralde. Ese frío mediodía, el ex gobernador se paseó como quinceañera por cada una de las mesas e hizo minitertulias con los comensales. A partir de ahí, las versiones de su reacción difieren en algún punto, pero todas coinciden en que el senador no cederá sus ambiciones de regresar a la Casa de Gobierno. Al menos, no todavía.
Hay quienes aseguran que, a la pregunta de “José, ¿cómo seguimos?”, él respondió con serenidad pero con firmeza, y refiriéndose al mitin del que no había sido parte como “un lanzamiento”. “Si se largó; es porque se largó”, fue lo que le respondió a varios interlocutores que insistían con dudar de lo sucedido. Según algunos alperovichistas del círculo íntimo, Alperovich les dijo que llegará a febrero o marzo en carrera y que acatará lo que digan las encuestas del momento: si él mide más que Manzur, le pedirá que lo acompañe; pero, si quien está mejor es el actual gobernador, aceptaría acompañarlo.
De por sí, esta versión deja de lado a Jaldo, el tercero en discordia, y de concretarse generaría un estallido en el oficialismo. El tranqueño es quien hoy maneja una caja millonaria sobre la que cimenta buena parte de la política territorial del Gobierno, y tiene la llave legislativa para que Manzur gestione sin contratiempos. Dejarlo afuera desencadenaría consecuencias imprevisibles. Además, hay una situación que refuta rápidamente esa posibilidad: el temperamento del senador no le permitiría ser segundo de nadie.
Finalmente, otros se quedan con un mensaje que habría dado el ex mandatario. Según estos, el ex ministro de Economía toma como lógico que Manzur y Jaldo aspiren a continuar, pero igualmente mantendrá la campaña porque “debe” ser una alternativa en caso de que la crisis nacional se profundice y arrastre a la Provincia. Es decir, a la actual fórmula.
Por lo pronto, Alperovich respondió a ese desafío reforzando su campaña. Habló luego con el ministro del Interior, Miguel Acevedo (uno de los presentes aquel mediodía en el parque) y ayer partió a los Valles Calchaquíes para permanecer allí durante varios días con una agenda que incluye reuniones con vecinos, con emprendedores y con empresarios. “Está jugando muy fuerte”, resumió otro dirigente que lo frecuenta.
El éxodo macrista
No sólo el oficialismo se sacudió la modorra en los últimos días. Más de 20 macristas tucumanos viajaron entre jueves y viernes a Salta para llevar sus quejas, sus reclamos y escuchar un mensaje que los tranquilice en medio de tanta convulsión.
Lo más jugoso de la ronda de reuniones entre los miembros de Cambiemos de la provincia y de la nación se dio, casualmente, cuando no estuvo el presidente, Mauricio Macri. Ante funcionarios de la Rosada, los senadores, diputados, legisladores, intendentes, concejales y delegados locales se desahogaron sin miramientos. Principalmente, plantearon su malestar por una situación recurrente: la falta de capitalización de los logros nacionales por parte de los macristas tucumanos. La queja apunta a que ni siquiera les avisan que llegarán a la provincia funcionarios nacionales para anunciar, licitar o inaugurar obras, y que estos aparecen en las fotos con las autoridades locales del peronismo. En la semana que pasó, de hecho, el radical José Cano –llevó la voz de “mando” en la reunión salteña- lo sufrió en carne propia. En el Sepapys, funcionarios de la Nación firmaron un contrato para iniciar las obras de agua potable en Amaicha del Valle, y ni siquiera le habían comentado de ese evento. Al punto que, cuentan, transmitió su bronca con una ironía en el grupo de WhatsApp que comparten los macristas locales. Ocurre que ese proyecto fue impulsado por el actual diputado durante su paso por el Plan Belgrano.
Quien también mostró su malestar fue el intendente de la Capital, Germán Alfaro. El peronista, según relataron varios de los presentes, se refirió al impacto que tienen los aumentos en las tarifas de los servicios públicos en la gente a la hora de “construir” pensando en 2019 y, de paso, recordó su planteo sobre la coparticipación de impuestos en la provincia y reflotó su rezongo porque todo “se hace a pulmón”.
De repente, y en el momento de mayor debilidad política e institucional del macrismo, oficialistas y opositores tucumanos se despabilaron y se dieron cuenta que, para 2019, no falta tanto como pensaban.